Periodista y locutora, nieta del ex presidente georgiano Eduard Shevardnadze, Sofiko Shevardnadze nació en Georgia, creció en Francia, estudió y trabajó en Estados Unidos y vive en Moscú desde 2005. Sofiko trabaja para el canal de televisión Russia Today, explicando las sutilezas culturales nacionales a los telespectadores de todo el mundo.
Parecería que una chica nacida en Georgia y criada en Francia debería saber cocinar sencillamente, como se suele decir, desde que era un bebé. Pero probablemente soy muy perezosa y no empecé a cocinar hasta Boston, cuando había una necesidad imperiosa de hacerlo. Tuve mi primer amor, y a mi amigo le importaba mucho que cocinara para él. Por supuesto, me dio pereza y pedí comida a restaurantes, y claro, se descubrió el engaño. Acabé llamando a mi madre a Francia y ella me dictó por teléfono la receta de mi primera comida autococinada: ternera al vino tinto. Es la especialidad de mi madre, muy sabrosa y fácil de preparar. Hay que cortar la ternera en trozos, pasarla por harina y freírla muy rápidamente en una sartén caliente para hacer una costra. Luego debes poner la ternera en una sartén llena de vino tinto, añadir un montón de verduras, lo que tengas a mano, aceitunas y zanahorias. Y cocerlo todo a fuego lento durante unas tres horas. ¡Estaba increíblemente delicioso! El amor se salvó. Y sigo llamando a mi madre para contárselo: toda mi experiencia culinaria viene de ella. Aunque lo más importante me lo explicó mi abuela: hay que cocinar con el corazón, porque si cocinas con malos pensamientos, sobre todo sobre el que vas a alimentar, puedes envenenarlo literalmente, matarlo con ello. Pero si cocinas con amor, puedes hacer que un hombre se enamore de ti. ¡Y esa es la verdad!
Sofiko se reúne con su abuelo Eduard Shevardnadze en el aeropuerto de Tiflis
Mi abuela rara vez cocinaba ella misma, había cocineras en casa, pero tenía una receta genial de satsivi, que hacía ella misma en Nochevieja. Lo hizo todo con honestidad, moliendo bien los frutos secos, y el satsivi quedó perfecto. De color casi blanco, casi transparente, no se podía creer que estuviera hecho de nueces, y era sencillamente imposible apartar la vista de la comida. Intentó enseñar la receta a sus cocineros, pero nadie pudo reproducirla. Y mi madre siempre hacía chakapuli en París cuando quería algo georgiano. Por supuesto, no es del todo correcto porque lo ideal es que el chakapuli sea cordero. Pero el cordero es para los hombres de verdad. Hombres que comen mucho khinkali con las manos sin miedo a ensuciarse, que beben mucho vino y fríen kebabs de maravilla. Mi receta es menos brutal, incluso femenina. Y aunque parezca algo complicado, su preparación es elemental. Me gusta que el sabor del chakapuli sea marcadamente ácido, así que le pongo mucho tkemali, pero queda muy sabroso con vino blanco georgiano. De hecho, me parece que si lo comes durante una semana puedes perder peso fácilmente. Otra de las especialidades de mi madre es el jigot francés. Bueno, yo también estoy descansando. En general, en Moscú me da pereza cocinar y como más a menudo en restaurantes. Puedo asegurar que los restaurantes georgianos de Moscú están algo mal. Es cierto, probablemente los restaurantes georgianos tampoco estén bien, porque allí no va mucha gente, todo el mundo come en casa.
